TEMA 12. LA TRANSICIÓN ESPAÑOLA Y LA OBRA DE ADOLFO SUÁREZ
La Transición española a la democracia tiene su punto de partida en los últimos años del Franquismo, especialmente tras la muerte de Carrero Blanco en 1973, y se desarrolla a partir de 1975, con la muerte del dictador Franco. Es un proceso de transición pacífica, aunque rodeado de enormes tensiones derivadas de los actos de violencia terrorista y la posibilidad de un golpe de estado. Todo esto generaba un enorme temor a un enfrentamiento entre españoles que condujera a una nueva guerra civil.
Las bases sobre las que se asentó la Transición serían las siguientes:
- La gran modernización económica y social vivida por España durante los años 60, convirtió al franquismo en un marco político obsoleto y cada vez más estrecho y rígido.
- El desarrollo económico y los cambios sociales permitieron el desarrollo de las organizaciones obreras y los partidos democráticos. Con ellos se desarrollaba una oposición cada vez más fuerte que cuestionaba el régimen.
- La división en el propio régimen favoreció su desaparición. Existían sectores inmovilistas y reaccionarios (“El Búnker”), pero crecían los sectores que buscaban la apertura.
- Al final, será un hombre del régimen, Adolfo Suárez, el que a través de un nuevo partido, Unión de Centro Democrático, UCD, iniciará la destrucción del Franquismo desde dentro, buscando para ello la fórmula del consenso con la oposición de izquierda, lo que será la clave de la transición.
1. Ascenso al poder de Adolfo Suárez y primeras transformaciones democráticas
En 1973 y meses después de su nombramiento como jefe de gobierno, es asesinado en un atentado de ETA el almirante Carrero Blanco, hombre de confianza de Franco, lo que dejó al régimen franquista tocado de muerte. Le sucede en 1974 Arias Navarro, un político con poco carisma, que pronto muestra su escaso talante reformista.
Tras la muerte de Franco en noviembre de 1975, el régimen tiene difícil su continuidad.
Ascienden entonces al poder tres figuras claves que abrirán el camino a los cambios políticos:
- Tras la muerte del dictador era nombrado Jefe del Estado el rey Juan Carlos I, se trataba de un monarca joven de talante moderado y reformador.
- La llegada de Torcuato Fernández Miranda como presidente de las Cortes franquistas abre también el camino para el cambio.
- Pero el proceso se desencadena cuando es cesado Arias Navarro y el rey nombra como jefe de gobierno a un hombre del sector aperturista del régimen, Adolfo Suárez, jefe del Movimiento Nacional. Nombrado en julio de 1976, iniciará un proceso de demolición controlada del régimen: reforma el código penal, amnistía política, legalización de partidos y sindicatos, desaparición del represor Tribunal de Orden Público, disolución del Movimiento Nacional, pero sobre todo dos actos claves para el surgimiento de la democracia y el desarrollo de la Transición:
• Aprobación en las Cortes de Ley para la Reforma Política (noviembre de 1976), que afirmaba los valores democráticos básicos: sufragio universal, soberanía nacional, poder legislativo en manos de las Cortes. Aprobada en referéndum era necesaria para poder desarrollar las elecciones constituyentes que elaboraran una constitución democrática.
• Otro elemento clave fue la legalización del Partido Comunista en abril de 1977, lo que le permitiría presentarse a las futuras elecciones. El ejército se oponía abiertamente a ello.
Estos momentos estuvieron marcados por una enorme tensión política:
- Por un lado el temor al golpe de estado y la hostilidad de una parte importante del ejército al proceso emprendido. En este sentido fue determinante el ascenso al ministerio de Defensa del General Gutiérrez Mellado en 1976, encargado de controlar y reformar las Fuerzas Armadas.
- La violencia en la calle elevaba la tensión, por un lado el terrorismo ultraderechista de los Guerrilleros de Cristo Rey, por otro lado los atentados de ETA y los grupos de ultraizquierda (GRAPO, FRAP). A comienzos de 1977 el asesinato por la extrema derecha de unos abogados sindicalistas en la calle Atocha de Madrid conmocionó al país.
2. Elecciones de 1977 y Pactos de la Moncloa
La culminación de todo este proceso fueron las elecciones a Cortes Constituyentes en junio de 1977. La victoria es para la UCD (165 escaños) de Suárez, que aglutinaba a sectores moderados del régimen junto a socialdemócratas y democratacristianos, le seguía el PSOE con 118 escaños, el PCE con 20 y Alianza Popular, partido derechista el antiguo ministro de Franco, Manuel Fraga, con 16. Habría que añadir, la presencia de los partidos nacionalistas catalanes (CIU) y vascos (PNV). El voto de los españoles era un espaldarazo a las reformas de Suárez, pero al no tener mayoría absoluta, le obligaba a buscar el consenso entre todas las fuerzas políticas.
Otro problema al que tenía que hacer frente el nuevo gobierno era la fuerte crisis económica que vivía España, con una elevada inflación y una bajada de la competitividad que llevaba a una crisis industrial. El paro subía y superaba el 10%.
Para hacer frente a dicha crisis el gobierno realiza los Pactos de la Moncloa, donde se aplicará también la fórmula del consenso. Los pactos fueron firmados por el gobierno, los empresarios, sindicatos y partidos y pretendía introducir unas reformas que permitieran reducir la inflación y repartir equitativamente la crisis, para así reducir la conflictividad social, se reformó el sistema laboral y se inició una reforma fiscal hacia un sistema más justo que diera más peso a los impuestos directos y que nos acercara a Europa, lo que permitiría desarrollar el estado de bienestar al aumentar los ingresos del Estado.
Ante la presión de los sectores nacionalistas vascos y catalanes, y pese a los recelos militares, se crean ahora los gobiernos provisionales autónomos en Cataluña y País Vasco, embrión del posterior estado autonómico.
3. La Constitución de 1978
Utilizando de nuevo la fórmula del consenso, una representación de las principales fuerzas políticas (UCD, PSOE, PCE, AP, CIU) elabora un proyecto de constitución que sería aprobado en referéndum por los españoles el 6 de diciembre de 1977. En ella se definía España como un Estado social y democrático de derecho cuya forma era la monarquía parlamentaria:
- Establecía los principios básicos de un estado liberal y democrático: sufragio universal, división de poderes con supremacía del legislativo, soberanía nacional.
- El predominio del poder legislativo en manos de unas cortes bicamerales (Congreso y Senado).
- Amplia declaración de derechos individuales y eliminación de la pena de muerte.
- Reducción de los poderes de la monarquía, que tendría tan solo un papel simbólico.
- Estado aconfesional (separación de Iglesia-Estado), aunque reconocía el papel destacado de la Iglesia católica en la vida del país.
- En el aspecto económico se reconoce un modelo mixto, que defiende la propiedad privada y el mercado libre, pero también el bienestar de la población, para lo que justifica la intervención estatal en la vida económica y social (Estado de bienestar).
- El problema más espinoso fue la cuestión territorial. Por un lado la Constitución en su título VIII promovía un estado descentralizado (reconocía los antiguos fueros vascos navarros y se ponían las bases para la creación de gobiernos regionales autónomos); pero por otro lado, a la vez que se reconocía la existencia de regiones y nacionalidades históricas, en el artículo 2 se hacía hincapié en la unidad nacional y la indivisibilidad de la soberanía española, lo que supuso el rechazo de los nacionalistas vascos del PNV, que rompieron el consenso constitucional (los sectores vascos más radicales se opusieron frontalmente y ETA continuó su actividad terrorista).
4. Consolidación del proceso de transición (1979-1982)
La aprobación de la constitución española de 1978 había supuesto el logro máximo de la política de Suárez, pero también el principio de su declive. Las elecciones generales anticipadas de marzo de 1979 reafirmaron el mismo escenario político con un reparto muy similar de escaños (victoria de la UCD sin mayoría absoluta y el PSOE como segunda fuerza).
Suárez logró un enorme éxito cuando consigue un acuerdo con nacionalistas vascos y catalanes para la aprobación de sus respectivos estatutos de autonomía, votados en referéndum en 1979.
Pero los problemas no hacían más acumularse: pervivía una fuerte crisis económica, continuaba el terrorismo de distinto signo, crecía el acoso por parte de la oposición (el PSOE realiza una moción de censura en mayo de 1980). y sobre todo surgían crecientes divergencias internas en el seno de la UCD. Suárez era cada vez más cuestionado en su propia coalición. Esta crisis interna se manifestó en muchos ámbitos, por ejemplo en el desarrollo del proyecto de ley de divorcio, rechazado por el sector más conservador.
El problema autonómico ahondó también la división interna de UCD entre los partidarios de generalizar el proceso autonómico y los que querían limitarlo a las tres regiones históricas.
Finalmente se optó por su generalización pero con dos vías, una rápida para vascos, catalanes y gallegos, y otra lenta y con menos competencias iniciales para el resto. El malestar se creó en algunas regiones, especialmente en Andalucía, lo que obligó al gobierno a aceptar para ésta región también la vía rápida.
Estas tensiones conducen a la dimisión a comienzos de 1981 de Adolfo Suárez. Le sucedería Leopoldo Calvo Sotelo, pero justo antes de su confirmación como presidente del gobierno, se produjo el temido golpe de estado de 23 de febrero de 1981. Un destacamento de la Guardia Civil dirigido por el coronel Tejero ocupó el Congreso, mientras los acorazados del general Milans del Bosch tomaban las calles de Valencia. La intervención rápida del rey a través de los medios de comunicación permitió el fracaso del levantamiento militar.
Como consecuencia, la monarquía salió reforzada y legitimada, pero la inestabilidad del país continuaba, así como el desgaste del gobierno y la división interna en su seno. La oposición de izquierda se opuso duramente a la pretensión del gobierno de entrar en la OTAN, mientras la aprobación definitiva de una ley del aborto bastante progresista ahondaba la crisis de UCD.
5. Victoria de Felipe González y política reformista del PSOE (1982-1996)
Calvo Sotelo convocó nuevas elecciones en octubre de 1982. Sus resultados definieron el inicio de una nueva época marcada por el bipartidismo. La UCD y el PCE se hundieron y perdieron la mayoría de sus escaños, el PSOE de Felipe González obtuvo una amplia mayoría absoluta con 202 diputados, y Alianza Popular, más moderada y centrada, se convirtió en la segunda fuerza política, formando la Coalición Popular con grupos centristas democristianos y liberales. Se convirtió así en la alternativa de centroderecha a los socialistas. Tan solo los nacionalistas vascos (PNV) y catalanes (CIU) resistieron el ascenso del bipartidismo centro-izquierda/centro derecha.
El cambio socialista buscó liquidar definitivamente la herencia franquista, aunque por cauces moderados, lo que se concretó en un programa de reformas que defendía la modernización del país: la reconversión industrial, la reforma del sistema educativo (que se concretaría más tarde en la Ley Orgánica General del Sistema Educativo, LOGSE ), la racionalización de la administración pública, el avance hacia el estado de bienestar y el impulso del sistema de protección social (pensiones, Seguridad Social, sanidad pública) lo que requería un nuevo sistema fiscal que permitiera el aumento del gasto público. Se apostaba por la reforma del ejército (reducción de su tamaño y autonomía) y la modernización de la justicia.
Pero lo más destacado de la labor del nuevo gobierno de Felipe González estuvo en política exterior.
Se inició una apertura al exterior con la integración en las principales instituciones internacionales:
- Se mejoraron las relaciones con Gran Bretaña y se pone fin al bloqueo terrestre de Gibraltar (“cierre de la verja”) puesto en marcha por el Franquismo.
- Se trató de lograr el acercamiento a Francia, buscando la colaboración en la lucha contra ETA, que terminará siendo definitiva, pues allí estaba su santuario.
- Ingreso de España, junto a Portugal, en la Comunidad Económica Europea en 1986, lo que trajo consecuencias importantes: se rompió el aislamiento del país, llegaron grandes inversiones extranjeras y sobre todo enormes ayudas, fondos de cohesión, que permitieron la recuperación económica posterior.
- Integración de España en la OTAN, algo rechazado siempre por el PSOE, pero que ahora defiende en contra de amplios sectores de la izquierda. En 1986 se hace un referéndum en el que vence por escaso margen el sí a la integración.
El último mandato fue especialmente conflictivo. Surgieron determinados casos de corrupción, en los que se vieron implicados dirigentes socialistas, y el asunto del GAL, una organización paraestatal que se dedicó a la “guerra sucia” contra ETA. La oposición del Partido Popular se hizo más agresiva. Este cúmulo de cosas, unido al desgaste lógico de catorce años de gobierno, propició la victoria de Aznar y los suyos en las elecciones de 1996.
6. El primer gobierno del Partido Popular (1996-2000)
El Partido Popular, con José María Aznar a la cabeza, ganó las elecciones de 1996. Al no tener mayoría absoluta, tuvo que apoyarse para gobernar en los nacionalistas catalanes, vascos y canarios.
Como principales aspectos de esta primera legislatura de gobierno del PP, podemos señalar los siguientes:
• Una política de privatizaciones de empresas públicas, con resultado desigual en cuanto a los resultados.
• En una coyuntura mundial favorable, la economía española logró cumplir el Programa de Convergencia con Europa e ingresar en el euro.
• La política antiterrorista tuvo que hacer frente a la acción incesante de ETA, que tuvo quizás sus momentos culminantes en el larguísimo secuestro de José Antonio Ortega Lara (1996) y en el asesinato de Miguel Ángel Blanco. La acción policial y judicial contra ETA se mantuvo, pero se intentó también una negociación con la banda terrorista, que acabó en fracaso.
En el año 2000, se celebraron unas nuevas elecciones generales. El PP volvió a ganar, esta vez con mayoría absoluta.